Tenemos al presidente que merecemos
Muchos no ven los alcances del malinchismo en nuestras vidas. Es cierto
que viene aparentemente desde tiempos remotos del imperio azteca por el
incierto papel que desarrollo Malintzin, a quien se le adjudica la raíz de la
palabra, sin olvidar, cuando Moctezuma creyó que ese “werito ojo azul” era nada
más y nada menos que la mismísima reencarnación de Quetzalcoatl…. ¡y que más
podría ser un rubio para nosotros sino un DIOS!. Pero en aquel entonces no era
malinchismo, era curiosidad a lo desconocido, nuestros antepasados jamás habían
visto a alguien así, estaba justificado por una leyenda muy presente en la
vida de los aztecas. Actualmente no tenemos ni una leyenda que respalde esa
preferencia por lo extranjero ni respetamos ni atesoramos nuestra riqueza
cultural y nuestra exquisita vegetación como lo hacían los aztecas.
El malinchismo es como una sustancia viscosa que se mete hasta entre los
más recónditos huecos de nuestra conciencia y hace estragos con nuestras
decisiones a la hora de espetar lo mejor para México. Los neoliberales pensaron
que su mejor arma era incrementar la ignorancia del pueblo, pero no hay
injusticia que dure tantos años hasta que la verdad sale a flote, y la verdad
es que los neoliberalistas no se aprovecharon, ¡abusaron!. Fue tanta su
avaricia que la ignorancia en la gente se convirtió en coraje. Esta vez ya no
iban a ser engañados por rubios ni promesas de un futuro más extranjero.
Sin embargo, los ciudadanos opositores del gobierno actual son aquellos,
que dieron ese brinco de la pobreza, que de alguna manera no fueron víctimas
letales del neoliberalismo, y como no los mato, piensan que gobernaron bien
para ellos. La realidad de las cosas es que son personas muy capaces, muy
trabajadoras pero no avanzaron a mediana economía o alta gracias a los
gobiernos anteriores, de hecho todo lo contrario, su riqueza sería más de no
ser por ellos, pero estas personas creen que lo hecho en México no sirve.
Es verdad que están decepcionados y perdieron la fe en el mexicano, pero
la solución jamás va a ser aceptarnos como nos han dicho que somos “tranzas”,
los tranzas eran ellos y te hicieron creer que así vivirás mejor, tal cual
persuade un adulto a un niño para cometer un mal por así convenir al adulto en
cuestión. La solución jamás va a ser aferrarnos a algo que “funciona más o menos”.
La solución jamás va a ser un presidente que diga: “No puedo acabar con la
corrupción, es verdad somos corruptos de corazón”. La solución tampoco viene de
aferrarnos al miedo que nos produce el cambio a nuevas estrategias de gobierno.
Nuestros gobernadores anteriores de la época neoliberalista fueron
más que ladrones y de alguna manera eso se esparce entre la población. A
los ciudadanos opositores actuales les falta coraje porque consideran que
tienen mucho que perder, porque lo que tienen les ha costado bastante. Pero
abran los ojos: les ha costado bastante por culpa de esos gobernadores ineptos.
Dicen que Andrés Manuel vive en otra realidad, y en eso tienen mucha
razón: él vive en una realidad mexicana en la que el 60% de la población vive
en la pobreza. Vive en la realidad en el que al sur lo han pisoteado y
descuidado, mientras que en el norte, ensimismados por el trabajo duro y altos
impuestos creen que no hay tiempo para rescatar al campo, para ayudar a él
necesitado, para reconstruir los organismos gubernamentales, creen que lo hecho
en México apesta. Estarían más tranquilos con un presidente rubio ojo azul que
no solamente hablará su lengua natal, sino que como ellos le deslumbrara el
lenguaje extranjero, eso daría a entender que de igual manera que su visión es
convertir a México en un país extranjero.
Eso jamás va a pasar y no por que no tengamos la capacidad, sino todo lo
contrario México tiene más capacidad y más riqueza que muchos países
primermundistas. México es un templo lleno de cultura e historia, nuestros
gobernadores deberían buscar la reconciliación del mexicano con sus raíces, que
amen a sus pueblos originarios. Jamás habíamos visto envuelto a representantes
de pueblos originarios en ceremonias gubernamentales, ¡entregando un bastón de
mando indígena!.
Los gobernadores ineptos le apostaban a esta fórmula para ganar
elecciones (cuando no las estaban robando): Hacerle saber a la población que el
candidato ama lo extranjero, conoce lo extranjero, es más… ¡Allá vive!. Por eso
las campañas mediáticas de desprestigio contra López Obrador estaban plagadas
de lo contrario: hacerle saber a la población que Andrés Manuel quiere
convertir a México en un país de América del Sur en desgracia!. ¡Nombre, unos
genios! como diría su compañero de crímenes, Meade.
La filosofía de Andrés Manuel es tan humanista que los opositores no
alcanzan a dimensionar la bendición que es tener un presidente enfocado en la integridad
de la población, que tanta falta nos hace. Andrés Manuel es el
presidente que merecemos y el que necesitamos. Es muy avanzado para nuestra
época para un presidente decir: Más que en el PIB yo quiero enfocarme en la
felicidad de las personas.
Los que no comprenden la manera de gobernar de Andrés Manuel son los
mismos que le han dado la espalda a sus raíces. Y discúlpenme, pero si una
persona asiste con un psicólogo para decirle que no quiere ser el mismo,
que de hecho se detesta, que no cree en él, que quiere ser alguien más!,
alguien como el vecino que considera más capaz, sin duda le dará el teléfono de
un buen compañero psiquiatra. Y basándonos en esta misma analogía es muy fácil
determinar que el gobernar de un presidente malinchista jamás va a desarrollar
a México como se debe, jamás va a pulir tal potencial inconmensurable que
derrocha México. Así como una persona no podría desarrollarse correctamente si
se la vive pensando en ser alguien más.
Por el bien de México: ¡Date cuenta y cámbiate el chip!
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