Experiencia con dieta vegana
Existe
un ataque constante hacia lo más recóndito del cerebro del ser humano. Ataques
que son promovidos por una manipulación malintencionada para la des asociación
de lo que está bien y está mal.
Ya
lo decía el filósofo Spinoza: “Hay que destruir la idea de lo que está bien y
lo que está mal que dicta la moral en turno, y promover que lo que sea bueno
para ti consista en personas, cosas, eventos etc… todo aquello que SUME a tu
alma. Y considerar todo lo que te hace daño como lo que te descompone, lo que
te RESTA”. Este filosofo desde 1650 aproximadamente dijo algo tan acertado para
nuestros tiempos que casi lo creo un profeta.
El
ataque más relevante es hacia lo que el humano considera que debe consumir de
alimentos. La eterna lucha de: ¿Qué es lo que me está matando? Y como estas
industrias voraces y sin escrúpulos intentan confundirte y aturdirte con información
que presume de ser científica pero no es más que vulgar propaganda.
No
sabemos qué comer, no sabemos que nos está matando, entendemos que la mayoría
de las muertes son hereditarias. Vamos a pensarlo dos veces esta vez…. Si estas
enfermedades fuesen hereditarias, habría una enorme historia sobre antiguas
civilizaciones que por siglos han venido arrastrando una pandemia de
colesterol, triglicéridos, alta presión y cáncer. Pero qué curioso que esto no
es así. Pareciera que responden al nacimiento o a la popularidad de algo para
detonar la gran cantidad de vidas humanas que se están perdiendo debido a estos
males.
Yo
estaba muy preocupada por mis malos hábitos alimenticios y consumida por toda
la información falsa y distorsionada que me decía que estaba haciendo mal en
cuestión a mi dieta, cuando por azares del destino, conozco a una nutrióloga clínica,
una mujer maravillosa y muy inteligente, la doctora Marcela Sandoval y me abrió
los ojos.
Me
habló de que el humano no está diseñado para consumir carne ni lácteos ni
huevo, y basta con darle un vistazo a la composición de nuestro cuerpo para darnos
cuenta la gran diferencia que existe biológicamente con los omnívoros o carnívoros
y la gran similitud con los frugívoros como el chimpancé que es del 98%. Me
bastaron 3 días de dieta vegana para darme cuenta de los inmensos beneficios.
Al
segundo día de retomar la alimentación para la que mi cuerpo fue diseñado me
comenzó un terrible dolor de cabeza, al tercer día experimente dolor muscular
fuerte, y entonces entendí que no podía ser posible que vivía en adicción y no
lo sabía. Al cuarto día experimente una estabilidad emocional que me hizo
entender que yo vivía en depresión y no lo sabía. Deje de tener pensamientos
pesimistas, me siento más fuerte y segura que nunca.
La
industria cárnica nos ha hecho creer todo este tiempo que estos alimentos que
venden son los mejores para nuestro cuerpo. Entre más estudios se realizan (los
que se escapan de las garras de malas prácticas) demuestran la correlación que
existe entre los lácteos y la osteoporosis, artritis. De pronto sabemos que los
lácteos son todo lo contrario a lo que la industria siempre nos dijo, son lo
peor que existe para nuestros huesos. La carne que es un cadáver en
descomposición genera en nuestro cuerpo inflamación así como la limitación que genera a este, la absorción de nutrientes, siendo esta la verdadera
culpable de la diabetes, alta presión, y un sin fin de enfermedades.
Un mar de verdades absolutas van a azotar cual tsunami a esta
industria y con las pocas herramientas que tenemos vamos a poder poco a poco entender que es lo que realmente necesita el cuerpo. Una matrix de enfermedad, en
la que se está, es un negocio que los tiene en las nubes monetarias y están
dispuestos a lo que sea y a matar a los que sean necesarios para no perjudicar
sus ganancias.
Durante 5 meses realicé mi dieta vegana, y ahora retomé los cárnicos, pero son mucho menos frecuentes que antes. Hoy cumplo alrededor de 2 años desde que dejé mi dieta 100% vegana, y mis niveles de colesterol (140) y trigliceridos (60) siguen muy bajos. Por lo que el efecto es prolongado, mientras que después de esa dieta puedas conservar la moderación de estos otros alimentos, que en definitiva tenemos años consumiendo, pero nos están enfermando por el exceso de ellos.
No es fácil hacer la transición.
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